Multilateralidad
El uso y almacenamiento de nuestros datos han provocado desde hace tiempo diversos tipos de discusiones. Al mismo tiempo, varias acciones como la Regulación General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea (UE). Nunca había pasado que cerca del 40% de la población mundial produjera datos en una condición de crisis generalizada y, al mismo tiempo, tuviéramos la capacidad de recolectarlos, analizarlos y utilizarlos; lo cual generará un ciclo de conocimiento que será de utilidad económica y política en los próximos tiempos y con implicancias individuales y sociales.
La sociedad de vigilancia sostenida encontró la forma de legitimar un camino abierto previamente por cientos de aplicaciones que explotaban el lado lúdico y aprecio por la gratuidad de la sociedad.
Nadie sabe qué es lo que va a pasar, y, sin embargo, creemos tener la solución: el multilateralismo.
En este sentido, los llamados a la “multilateralidad”, un sistema creciente de relaciones coordinadas entre múltiples Estados siguiendo una serie de principios de conducta con capacidad de realizar acciones concertadas para alcanzar objetivos específicos, es una prédica más relacionada con el siglo XX que con el actual.
El multilateralismo supone actores racionales con una identidad similar. En un mundo de preeminencia estatal, esa era la herramienta correcta.
La gobernanza multilateral, por su parte, supone que todo aquello que no está expresamente permitido se encuentra prohibido. En este sentido, su afán regulatorio y de control aparece como herramienta defensiva de los Estados.
Aunque parezca contradictorio, pensar “en grande” en los próximos años demandará un trabajo de mayor intensidad en las esferas diplomáticas y de seguridad. Los acuerdos se harán entre núcleos reducidos de actores, con visiones afines, alrededor de temas específicos que pueden eventualmente vincularse con múltiples áreas de cuestión.
Mientras que el multilateralismo yace con respirador artificial; aparece una posibilidad de recuperación mediante el surgimiento de acuerdos multinivel colaborativos. Así comienza al menos a estructurarse entre quienes se consideran accionistas responsables del orden internacional en construcción.