Europa: El precio de la conciencia
Se los acusa de ser poco efectivos, de quedarse dormidos, y de lastrar el desarrollo de la inteligencia artificial con normativas muy estrictas. Sin embargo, José Dorronsoro, catedrático en Ciencia de Computación e Inteligencia Artificial en la Universidad Autónoma de Madrid, está convencido de que las críticas son injustas. “Nuestros agentes regulatorios son los más ilustrados, y Europa puede jugar un papel relevante a la hora de establecer normas que sirvan para que el sector avance de forma sostenible y respondiendo a los intereses de la humanidad”.
Dorronsoro señala que ya se han sentado precedentes interesantes en ámbitos como la privacidad, con el RGPD (Regulación General de Protección de Datos), o la protección medioambiental, con el establecimiento de estándares de contaminación que luego se convierten en la aspiración de muchos otros países. “En el terreno de la inteligencia artificial va a ser muy difícil regular a nivel global porque hay intereses económicos enfrentados, pero Europa puede abrir camino y sentar unas bases que luego demandarán ciudadanos de todo el mundo”, señala.
En esa línea, y a petición de la propia Unión Europea, el pasado mes de abril un comité de expertos publicó las pautas para el desarrollo de la inteligencia artificial, basadas en tres pilares: el legal, el ético y el técnico. En total, el documento recoge siete requisitos que, entre otras cosas, buscan que los sistemas estén al servicio de los seres humanos, sean seguros y transparentes, salvaguarden la privacidad y eviten la discriminación. Es, en definitiva, el marco requerido para diferenciarse de los modelos que abanderan China y Estados Unidos.
No obstante, consultoras como McKinsey advierten de que la tradicional brecha que separa a la UE de sus dos principales competidores en la economía de internet se está ensanchando con el desarrollo de la inteligencia artificial. “Solo dos de las 30 principales empresas digitales, el 25% de las startups de IA, y el 10% de los unicornios digitales son europeos”, subrayan. Y añaden que “si Europa desarrollase la IA de forma proporcional a su peso digital en el mundo, podría añadir 2,7 billones de euros a su riqueza en 2030”. Una cifra que podría aumentar hasta los 3,6 billones si se pusiera a la altura de Estados Unidos, que cuenta con una población menor.
Para la Comisión Europea, sin embargo, “no se trata tanto de ganar o de perder la carrera de la IA sino de encontrar la forma que permita aprovechar las oportunidades que brinda desde una perspectiva que prima los intereses del ser humano, ética, segura, y acorde con nuestros valores”. Según el informe de la Comisión, el marco regulatorio fuerte y la diversidad cultural de Europa son valores que pueden marcar la diferencia en el desarrollo de una nueva era que, de momento, resulta muy opaca.
Además, la estructura de investigación de la UE, en la que hay un buen equilibrio entre actores empresariales y centros de investigación, demuestra que tanto el sector privado como el público están proporcionalmente representados. “Debemos aprovechar las oportunidades que ofrece la IA, pero no de forma acrítica”, sentencia la Comisión.
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Fuente: La Nacion