La era digital
La velocidad, extensión e intensidad que exhibe la dinámica de innovación tecnológica están modificando la naturaleza y los patrones que guían las relaciones sociales.
Ese masivo proceso de digitalización de información sobre las personas devino en la construcción de una «infoesfera», imponente caja de resonancia que mezcla y reconfigura constantemente las ideas, las emociones y los impulsos emitidos por un número infinito de usuarios en la red.
A este proceso se están incorporando progresivamente desarrollos de inteligencia artificial; llamados a profundizar y complejizar los cambios en marcha.
Son herramientas que procesan información mediante algoritmos, en cantidades y a una velocidad que exceden la capacidad del cerebro humano.
Lleva consigo la posibilidad del autoaprendizaje, es decir, la capacidad de los algoritmos de incorporar permanentemente nueva información y perfeccionar automáticamente sus recursos para analizarla, lo que permite a las máquinas generar su propio capital cognitivo.
La magnitud de este proceso ha motivado a Henry Kissinger, uno de los más importantes arquitectos del orden mundial del siglo pasado, a expresar lo siguiente:
La tecnología moderna plantea desafíos para el orden y la estabilidad mundial que carecen de todo precedente (…). Personalmente, creo que lo que trae aparejado (…). Que nuestras propias creaciones posean una capacidad de análisis superior a la nuestra es un problema que deberemos resolver.
La capacidad de autoaprendizaje aún no es conceptual, sino que se produce en términos de resultados matemáticos, mediante ajustes que van rediseñando los algoritmos.